Se dice que tenemos que conservar el niño que llevamos en nuestro interior, pero yo, en mi caso, en vez de un niño tengo una pequeña Pantoja deseosa por dar rienda suelta a sus instintos más bajos… Y es que lo mío con el estampado rojo a topos blancos (pequeños) empieza a ser preocupante.
Bien, todo adicto tiene un momento en el que abre los ojos y, en este caso, los desencadenantes de que escriba estas palabras cual alcohólico anónimo en un grupo de terapia son los cascos que lleva puestos mi preciado Sr. Obocaman: irresistibles, bonicos, con buen sonido y sólo 14€ en la nueva colección de Blanco (me encanta decir “sólo” delante de un precio para justificar las compras de cualquier manera).
Quiero pensar que algún día podré parar semejante frenesí estilístico y que no acabaré con una sevillana encima de la tele (oh wait, es mentira, siempre he querido una), que encontraré otro pattern que cubra mis necesidades… Pero sería mentir cuando precisamente hoy he recibido por correo la carcasa para iPhone que podéis ver más abajo.
Quiero pensar que algún día podré parar semejante frenesí estilístico y que no acabaré con una sevillana encima de la tele (oh wait, es mentira, siempre he querido una), que encontraré otro pattern que cubra mis necesidades… Pero sería mentir cuando precisamente hoy he recibido por correo la carcasa para iPhone que podéis ver más abajo.
Os dejo con algunas fotos de mis pequeñas reliquias de la muerte.
Mi cabezal de la cama con lamparita a topos |
Tarro a juego |
Velita con olor a rosas... que no he abierto, es para hacer bonito |
Mi organizador de bolsos (todo amor, no es rojo, es de folclórica de luto) |